sábado, 27 de diciembre de 2008

La Foto

Ahora les voy a contar otro cuento. La abuela Adelina, la madre de papá, era una mujer campesina y sin estudio alguno. Fue la última hija de Maximina Sánchez una viuda (que ya tenía 4 hijos de su difunto marido) y de Victor Torrealba un bohemio que trabajaba para el gobierno haciendo carreteras. La viuda murio cuando Adelina solo tenía 4 años, el bohemio era casado y vivía con su esposa en la ciudad de Carora. Adelina quedo a cargo de sus medio hermanos mayores. En el pueblito no había mucho que hacer, todo el mundo emigraba o bien a Maracaibo a trabajar en las petroleras o a Barquisimeto a trabajar en el comercio. La abuela no escogió ninguno de los dos caminos, escogió quedarse en el pueblo y enamorarse de Ramón, un Cañizalez hijo de la familia más pudiente del pueblo, descendientes de don José Cañizalez fundador mismo del pueblo 200 años atrás. Josefina, la medio hermana mayor de Adelina se casó con un hijo de un inmigrante italiano quien con el tiempo llegó a amasar mucho dinero. El noviazgo de Adelina y Ramón no tardo en materializarse; cuando la familia de Adelina se enteró de su estado de preñez, la corrieron de la casa específicamente su hermana Josefina y su hermano Antonio ejecutaron el desalojo.

Ramón, el papá de la criatura no se enteró porque ya estaba en Maracaibo trabajando en las petroleras y Adelina no le quizo decir nada. Así a sus 21 años de edad, salió Adelina de su pueblo por primera vez con una dirección en Carora escrita en un papel dentro de la maleta y con un muchacho en la barriga. La dirección en Carora era de una amiga del pueblo, una mujer soltera que le prestó cobijo. Una vez en Carora, la amiga avisa al padre de Adelina quien presta ayuda económica y soporte moral. De esta manera nace Marco Sánchez, hijo natural de una hija natural, el apellido que yo hoy llevo, brincó por dos generaciones de madres solteras. Yo soy el primer Sánchez que acompaña su apellido con otro apellido en varias generaciones. Adelina no tiene más hijos, solo papá. Yo no tengo tíos ni primos, solo un apellido que viene de mujeres solas.Una vez que Adelina tiene a su hijo, Josefina su millonaria hermana mayor había recien enviudado y llama a Adelina y a su otro hermano Antonio para que vayan a trabajar con ella y ayudarle a criar a su sobrino el hijo que Josefina había tenido con el italiano mientras Josefina se encargaba del negocio a orilla de la carretera panamericana en el caserío (no llegaba entonces y hoy día todavía no llega a pueblo) de Los Yabos. En Los Yabos el difunto había construido un negocio de bomba de gasolina, restaurante y hotel en los años 20. Adelina llega a Los Yabos a encargarse de su hijo propio y de su sobrino Rafael Isidro Martini ya que su hermana no era del tipo maternal sino mas bien del empresarial. Adelina es aceptada de nuevo en su familia pero solo en condición de "ayudante" ya que es ella quien se encarga de la casa y del sobrino, el hijo del italiano. La tía Josefina no duró mucho tiempo de viuda, un camionero que frecuentaba la ruta Maracaibo - Barquisimeto en las 24 horas que tardaban entonces (hoy son 4 horas) y que era su cliente fijo, no tardo en enamorar a la tía viuda y ofrecerle matrimonio. La tía Josefina se casó otra vez y otra vez parió un muchachito y otra vez fue Adelina la encargada de criar a este otro hijo de Josefina también. Si el difunto italiano fue un hombre hábil en los negocios, el nuevo esposo de la tía Josefina fue mil veces más hábil y a la vuelta de apenas 10 años más ya la tía Josefina y su nuevo esposo eran dueños de casi medio Barquisimeto. La tía Josefina se fue a Barquisimeto a vivir allí. Ya no era necesario atender personalmente el negocio a orilla de carretera, de hecho ya eran varios esos negocios a orillas de las carreteras del país. Ya Adelina no era tan necesaria como antes, para lo único que fue necesaria Adelina fue para terminar de criar a Rafael, su sobrino, hijo de la tía Josefina con el italiano su primer esposo. El nuevo esposo de Josefina nunca aceptó a Rafael.

Así se viene Adelina a Barquisimeto, a vivir con su hermano (y hermano de Josefina) Antonio. Mi tío Antonio trabajaba en un "alambique" produciendo y vendiendo licor, mientras que Adelina teniendo que criar a su propio hijo, a su sobrino y a Antonio su hermano soltero y dueño de la casa, siendo una mujer campesina sin experiencia alguna, inventa trabajar en la misma casa y pone una "quincalla". Hace vestidos y los vende, vende mercancía, en fin. Así mantiene su casa, sus muchachos y cuida de su hermano. Así van papá y su primo Rafael estudiando hasta que durante la dictadura de Marcos Pérez Gimenez, cierran los institutos de educación superior. Rafael 8 años mayor que papá, se casa inmediatamente, papá con 17 años y una pasión voráz por jugar fútbol, no le hace mucho caso a lo de los estudios y se dedica a jugar fútbol en estas vacaciones forzadas. Pero el tío Antonio no tardó mucho tiempo en comenzar a preguntarle a Adelina en que gastaba Marco su tiempo ya que no estaba estudiando y en seguida ordenó a papá a trabajar con él en el alambique de "sereno" o vigilante durante la noche y a lavar botellas durante el día. Este hecho separa a papá de su madre por primera vez en su vida porque papá vivía de hecho en el alambique solo con unos perros. Ya no había fútbol, ya no había estudios, ahora el tío Antonio estaba preparando a papá para su futuro como hombre de bien y trabajador; un futuro como empleado del tío Antonio en el alambique. Algo que tendría que hacer toda la vida. Así papá vino a hablar con la abuela y le presentó la situación: 1) tengo miedo, mucho miedo porque soy el sereno; gracias a Dios nunca han entrado a robar, pero cuando lo hagan yo seré el que tendrá que responder. 2) lo que hago es lavar botellas, trabajo de día y de noche también y mi tío no me paga, solo me lleva la comida y el cambio de ropa, mas nada, ya llevo un año en esto. 3) hay unos amigos mios que juegan fútbol conmigo que se quieren ir a Costa Rica a estudiar. Yo me quiero ir con ellos.

Resulta que Costa Rica no funcionó, pero todos los amigos de papá se pusieron de acuerdo y se fueron a Argentina. La abuela prefirió separarse de su único hijo, durante muchos años (6) que seguir viendo a su hijo con un futuro truncado bajo la mano de hierro de su hermano Antonio en el alambique. Adelina quitó un dinero prestado y fue personalmente a llevar a su único hijo a Caracas a tomar un avión a Puerto Principe en Trinidad para esperar allí al avión "president" de la aerolínea TWA que hacía la ruta Nueva York - Buenos Aires en tres días parando en casi todos los aeropuertos del camino. En Caracas, a finales del año de 1.949 Adelina y Marco se despidieron alegres de haberse liberado del futuro en el alambique del tío Antonio, y esperanzados con una vida nueva. Mi abuela hizo una oración a Jesús el Galileo, hijo del Dios Altísimo: "Jesús, Señor mio, Dios mio, que a mi único hijo le vaya bien en esas tierras lejanas, protejelo Señor, que consiga lo que quiere, que estudie y que trate con gente de bien que lo ayude, lo valore y lo quiera como yo lo quiero."

El primer día de clases en la escuela agropecuaria "Nicanor Ezeyza" un compañero de estudios, un muchacho local de Vidal, ante lo extraño de ver a un negrito con un acento raro se le acerca a papá:
- ¿De donde sos?
x De Venezuela
- ¿Y que hacés acá?
x Bueno, estoy comenzando a estudiar aquí en la escuela.
- ¿Y no tenés a tu familia acá? ¿Dónde vas a vivir? ¿No tenés a nadie tú acá? ¿Cómo pensás hacer?
x No sé, la verdad no sé. Estoy comenzando clases, aquí esta mi maleta.

El muchacho regresó a su casa y habló con su madre y le contó lo del negrito venezolano. La mamá habló con su esposo y le dijeron a su hijo: "Decíle a tu amigo que se venga para acá a vivir acá con nosotros. Ve y traélo hoy mismo que ya le arreglo el cuartito de atrás, tu ve y traélo a casa."

Y así, la oración de Adelina al hijo del carpintero se convierte en realidad, porque el Galileo tiene hijos en todo el mundo, y nos utiliza para lo que Él necesita. El Galileo usó a sus hijos en Vidal a más de ocho mil kilómetros de Barquisimeto, a Jorge Carli y a su madre doña Eusebia Carli para que recibieran en su hogar al hijo de Adelina y que allí consiguiera la protección y el amor que Adelina había solicitado. El resto de la solicitud de Adelina al Galileo lo hizo la gente de Vidal, sus compañeros de escuela, Peñoñori, Iturriaghe, Manolo Fernández, el director de la escuela, la escuela Nicanor Ezeyza, el pueblo de Vidal y la república Argentina, todos trabajando juntos para cumplir la oración de Adelina.

Papá y la abuela no se ven más hasta el 1.956 cuando papá recibe el título de "Perito Ganadero" emitido por la Escuela Superior Agraria Nicanor Ezeyza en la localidad de Coronel Vidal en la República Argentina. Ya el fantasma del alambique no espantaba a papá. La abuela llega a Buenos Aires y papá la lleva a la Plaza de Mayo. Allí en 1.956 papá y la abuela se toman una foto. El año pasado cuando papá vuelve a Argentina, lo primero que le pedí a papá y a mi hermano fue que me hicieran un solo regalo: que fueran los dos a la Plaza de Mayo y se tomaran una foto. Ellos fueron allí y tomaron la foto ¡pero no era la misma! Se fueron de Buenos Aires a Vidal, luego a Mar del Plata y la foto no quedó bien. Me metí en Google Earth, y en otras páginas de internet. Hice mapas de donde debían pararse ellos y donde pararse exactamente el fotógrafo en la plaza y se los mandé a mi hermano por email, luego me explicaron que ya no volvían a Plaza de Mayo. ¡No es posible! Yo necesito no una foto de Plaza de Mayo, necesito LA FOTO de Plaza de Mayo. Logré convencerlos, volvieron a Plaza de Mayo y tomaron LA FOTO. Un año después María mi hermana cumple con la rigidez de la tradición y se toma LA FOTO en Plaza de Mayo, luego de tomarse LA FOTO, María me llamó por teléfono y me dijo que ya se había tomado LA FOTO y me dijo que ahora solo faltamos Fernando (mi otro hermano) y yo. Ahora le pido yo al Dios de mi Abuela: "Permíteme Señor la misericordia de tomarme LA FOTO yo también en Plaza de Mayo"

Final de la historia:
Adelina fue a Argentina a ver a su hijo graduarse de perito. La abuela murió hace ya 12 años. Durante toda su vida mantuvo correspondencia con doña Eusebia Carli, la otra punta de su oración.

La tía Josefina quien corrió a Adelina de la casa en el pueblo (Chejendé), murió hace 20 años. El segundo hijo de Josefina temiendo perder su herencia, dejó a su madre y a su medio hermano mayor (Rafael) sin nada y sacó a Josefina de su casa y la dejó en un ancianato. Adelina consiguió a su hermana, la sacó del ancianato, la llevó a su casa y la atendió hasta su muerte. Josefina murió en brazos de Adelina sin posesiones materiales algunas. Su hijo se quedó con más de 150 casas, 40 locales comerciales, no se cuantos terrenos y una bomba, hotel, restaurant en la vía a Caracas.

El tío Antonio el otro hermano que corrió a Adelina de la casa en el pueblo murió hace 4 años atrás de 102 años de edad. Mi tío siempre trabajó con su socio en el alambique. Como mi tío nunca se casó y sus hermanas (Josefina y Adelina) ya habían muerto, papá se llevó a tío Antonio a vivir en su casa donde vivió varios años hasta su muerte. Murió lúcido y en perfecto uso de su cuerpo. Hasta el día de su muerte tío Antonio habló bondades de su sobrino favorito, el perito graduado en Argentina.

Rafael Isidro Martini el hijo de Josefina, primo de papá, esta muy bien; tiene dos hijos y varios nietos, vive relativamente cerca de papá. Rafael Isidro y su esposa Elsa son mis padrinos de bautizo, mis hermanos y yo lo tratamos muy respetuosa y amorosamente de "tío Rafael".

El hijo menor de la tía Josefina, vive una vida de ermitaño, no ha contactado a nadie de su familia en 20 años y se hace el loco cuando alguien se lo encuentra en la calle.

Doña Eusebia Carli murió en Coronel Vidal hace ya algunos años.

Papá trabajó en el campo toda su vida, nunca tuvo más nada que ver laboralmente con el alambique del tío Antonio.

¿Y el Galileo hijo del carpintero? Bueno, murió inocente, sin mácula, crucificado por los pecados que yo cometí.











jueves, 16 de octubre de 2008

MI VIAJE AL PASADO

Ya estoy cansado, levantarme de la cama ya me pesa en las mañanas; me da tanto sueño ver televisión o oír hablar a alguien en monólogo que ya ni voy a la iglesia para no pasar, otra vez, la pena de que me tengan que despertar. La verdad no me imaginaba ponerme viejo, ¡si es que yo adentro sigo siendo un muchacho! ¿Qué pasó? ¿Y por qué tan rápido? No me explico como es que he vivido ya tanto en tan poco tiempo. Lo peor es que hace pocos meses cumplí 30 años de mi grado de bachiller y cuando me reuní con mis ex compañeros de clases, resulta que mis amigos del alma, mis compinches, los muchachos con que crecí son hoy propietarios de varios pares de anteojos, notables calvas, desproporcionadas barrigas y arrugas a montón. Que pena envejecer. Si es que yo saco la cuenta y mis hijos menores son mayores de lo que yo era cuando conocí a mis compañeros del reencuentro. Y mi esposa a quien le llevo 5 años, ya se ve así como estropeada por los años ¡y es menor que yo! Que tragedia. Por eso decidí no ser más viejo y en estas noches me acosté decidido a no levantarme viejo sino ser joven otra vez. 17 años, me dije y me repetí hasta que me quedé dormido recordando e imaginando a la vez lo grandioso que sería tener 17 otra vez.

No se lo que sucedió durante la noche, pero en la mañana, cuando abrí los ojos ya no estaba en mi habitación sino en la de mi hermana en casa de mi mamá. Lo primero que noté fue que María mi hermana había cambiado el color de las paredes; luego me pregunté a mi mismo: ¿Y que estoy haciendo aquí? Debe ser que anoche me emborraché y vinieron y me tiraron aquí. Que buena vaina ser viejo, ya ni me acuerdo cuando me emborracho, pero bueno, menos mal que fue en casa de mamá y no en otro lado. Que buena vaina carajo, hoy será otro día miserable con el ratón que a mi me mata, por eso es que yo no bebo, no por guapo sino todo lo contrario: “por cobarde” del ratón al día siguiente. Pero no me siento mal, de hecho, estiro las piernas y los brazos, tensiono el cuello de un lado al otro y me volteo boca abajo, pero algo me molesta mucho a nivel de la ingle; debe ser el control remoto que se quedó ahí debajo, pero cuando meto la mano para sacarlo me doy cuenta que no es el control la pieza tan dura que me molesta. Me volteo todavía agarrando lo que tanta molestia me causó y resulta que es mi propio pene con una erección de concreto como hacia tiempo que no tenía. Abro los ojos para mirarla y si, allí esta firme como recluta pero ¿Y mi barrigota? Entonces miro hacia el closet y está lleno, pero no con las cosas de mi hermana, son mis cosas e inclusive mis libros y cuadernos del colegio. ¿Qué es esto Dios mío? ¿Será que? Y me paro de la cama como si tuviese un resorte en la espalda. ¡Soy yo mismo, pero nuevecito! Si, allí están mis pantalones talla 28, mis zapatos Adidas Rom blancos con rayas azules y la línea del cabello largo me llega a la frente. Entonces miro por la ventana del cuarto y veo que en el jardín no esta la casa que papá construyó, ni el cují tan bello que mamá sembró hace 12 años, ni la construcción que hizo el vecino en su casa, oigo a José el vecino de atrás hablando tan duro como lo hacía antes de divorciarse. ¡Coño 17! Gracias Dios mío.

¿Yo tenía un uniforme de tenis por aquí?.... Pantalones cortos blancos, con bolsillos a los lados, camiseta blanca de algodón con cuello, medias blancas de algodón bien peludas. Si, aquí esta todo y mis Adidas Rom. Listo. Salgo al pasillo y abro la puerta del balcón. Esta haciendo frío, no hay edificios frente a la casa y se ve el cerro Terepaima completo otra vez. Que belleza de vista. Ya había olvidado lo bello que era el cerro. Miro a la derecha y allí están las canchas de tenis y hay gente allí jugando, abajo está el chevrolet malibú de papá nuevecito. Regreso al cuarto a buscar la raqueta y oigo a Mamá que me grita: “cierra la puerta del balcón” ¿Mamá? ¡Coño mamá y papá! Cojo la raqueta y bajo las escaleras en tres brincos, no me duele nada, puedo saltar sobre la casa si lo quiero. Cuando llego a la sala, allí esta mamá. Mi mamá, joven, bonita y caminando normalmente, con las rodillas nuevecitas. La abrazo y le doy un beso en la mejilla y ella me empuja con el codo y me dice: ¿Y tú en qué soñabas anoche que tienes ese bicho así? Mirando al animal que casi se me salía de los pantaloncitos. ¿Todavía la tengo? Me digo a mi mismo, y subo otra vez al baño a orinar, a lavarme la cara y cepillarme. Me bajo los pantaloncitos y allí está, hermosa, incólume, tan igual a como hace 20 minutos cuando me desperté. Me lavo, me cepillo, me veo en el espejo, me río, me volteo, me toco por todos lados. ¡Si soy yo, pero nuevecito! Que felicidad. Pero ahora necesito orinar y por lo que parece esta erección no va para ningún lado. Trato de pensar en otra cosa, pero mi mente me delata con la fantasía de usarla otra vez y en este estado. Que banquetazo que me voy a dar. ¿Pero y con quién? Bueno no importa, ya conseguiré alguna víctima que se clave este puñal de concreto armado porque parece que tiene una cabilla en el medio, que belleza. Me siento en la poceta a esperar que este animal se calme un poco para ver si finalmente puedo orinar. Que chorrazo, que potencia. Al salir del baño, bajo otra vez, esta vez de dos saltos y allí esta Mamá otra vez y veo a mi Papá con el cabello negro: “mira, no vayas a salir sin antes pintar la pared del patio que te dije ayer.” ¿Con este cuerpecito? Te pinto toda la casa, después me voy a jugar tenis y luego a clavar este puñal. Si Papá, pero voy a desayunar primero. Me meto en la cocina y como no veo nada hecho, hay pan en la mesa, voy a la nevera, saco los huevos, busco cebolla, tomate, pico todo en un momentito y pongo la sartén a calentar. ¡No me provoca tomar café, y el cigarro tampoco! Qué bueno que esta esto. Cuando llega mamá a la cocina formando tremendo lío porque tengo la cocina prendida siento que algo me va a arrancar la oreja, es mamá sacándome de la cocina. ¿Es que no te podías esperar un momentico? Ya yo hice unas empanadas que están en el horno, anda siéntate que ya te sirvo. ¡Coño! No lo puedo creer. ¿Ya te sirvo? Si es verdad que ahora tiene las rodillas buenas y yo soy un chamo.

Mientras Papá me muestra desde el patio la lata de la pintura y la brocha, subo de nuevo al cuarto a buscar el disco de Queen para ponerlo en el “picó”. Pongo el disco y salgo al jardín a pintar y a cantar:

Tonight I'm gonna have myself a real good time
I feel alive and the world I'll turn it inside out - yeah
And floating around in ecstasy
So don't stop me now don't stop me
'Cause I'm having a good time having a good time

¿Y tú vas a poner esa vaina tan temprano? Quita eso chico, ¿Qué dirán los vecinos con esa música tan rara? Pon otra cosa, que bolas tiene tu, o mejor apaga esa vaina, es a pintar que vas. No importa, no importa, no importa. Lo que importa es que estoy aquí, estoy joven, tengo 17 otra vez, no quiero café ni cigarros, no me hace falta, respiro bien, tengo energía y un monstruo metido en los pantalones. ¿Y qué si Queen es un clásico? ¿Y qué si el mismo viejo será el que me pida en el futuro que le copie un cd de Queen para él oírlo en la casa a todo volumen? No importa, no importa, nada importa. Pinto mi vaina y me voy a jugar tenis. En la cancha están mis viejos panas y todas las raquetas son de madera. Me pongo a jugar y soy un tigre en la cancha, la canción que me mandaron a quitar la sigo cantando en mi mente:

I'm a shooting star leaping through the sky
Like a tiger defying the laws of gravity
I'm a racing car passing by like Lady Godiva
I'm gonna go go go
There's no stopping me

Ya han pasado 4 horas y yo jugando como si nada. No puede ser. Increíble. Regreso a mi casa, me doy una ducha, almuerzo y conmigo se vienen dos de los amigos de la cancha con la excusa de “dame un vasito de agua” se quedan y se chuquean el almuerzo también, pero que carajo, mi mamá se los da sin chistar, mis papá los saluda y luego nos devolvemos a la cancha y jugamos 4 horas más hasta las 6 de la tarde y me siento completo, sin dolores, no siento hambre. “Te llaman, y me haces el favor y no te vayas a colgar que necesito el teléfono”. ¿Aló? Hola ¿que más? Si es verdad que yo tenía esta chama por ahí cuando tenía 17. ¿Qué vas a hacer esta noche a ver si salimos? Pues nada y tu sabes que mi mamá no sabe nada tuyo y no le gusta que venga nadie para la casa. Coño que vaina, 17 años. Si quieres vienes mañana que es lunes y mis padres están trabajando, pero vienes tempranito a las 8 de la mañana, cosa que te vayas como a las 11. Esa noche me acosté preocupado de que no me fuera a levantar viejo otra vez. Al otro día a las 8 estaba allí como un clavelito de 17 años otra vez y con el animal que ya estaba que se me escapaba. Entré en la casa y comencé con mi propósito y ella me dijo, ay Marcos, tu siempre buscando lo mismo y ya sabes que no lo voy a hacer. No mija, si yo soy un viejo de 48 años de experiencia dentro de un cuerpecito de 17, no te preocupes que dentro de media hora serás tu la que me ruegues a mi. A la media hora exacta ya estaban las cartas echadas y estaba aquella niña inocente, con unos senos duros y paraditos parada desnudita lista a perder su virginidad con una bestia de concreto armado encerrada esta vez en una gruesa tela de latex.

Yeah, I'm a rocket ship on my way to Mars
On a collision course
I am a satellite I'm out of control
I am a sex machine ready to reload
Like an atom bomb about to
Oh oh oh oh oh explode

Levántate mi amor que tienes que llevar los niños al colegio, levántate que ya es tarde. No por favor, no, no, la realidad no. No me pares, no. Viejo otra vez, no.

Don't stop me don't stop me
Don't stop me hey hey hey
Don't stop me don't stop me
Ooh ooh ooh, I like it
Don't stop me don't stop me
Have a good time good time
Don't stop me don't stop me ah
Oh yeah
Alright

Que vaina, viejo otra vez y no alcancé a hacer el encargo.

martes, 22 de abril de 2008

POR EL AMOR DE HERMINIA

La Venezuela del siglo antepasado era un país rural; aquí comíamos lo que nosotros mismos producíamos. La población, de unos dos millones y medio de habitantes, no había variado mucho desde hacía varios siglos, pero aún así no fue fácil mantener un país tan grande con tan poca gente. Los españoles que nunca dejaron de llegar al país rápidamente se asimilaban a la corriente criolla que manejaba los rumbos. Aunque se seguían casando entre ellos mismos o con sus descendientes, un país despoblado, una cultura machista, unas clases sociales ya para entonces muy marcadas y en fin, las hormonas y la permisividad llevaron a los hombres de esa época a convertirse en padrotes sembradores de un país y su nación. Blas Urquiola fue uno de ellos; hacendado, comerciante, campesino, criollo de cultura pero sin una gota de sangre venezolana, nacido en 1.899. Nada previno a Blas de hacer muchachos a diestra y siniestra, pero el país que él, sus padres y abuelos conocieron, ya no seguiría siendo el mismo, el modernismo se acercaba y Venezuela cambiaría a partir de la década de los 1.950s.

Para el 1.952 ya Blas había engendrado a la mayoría de sus hijos, 22 en total habidos en muchas mujeres. Herminia fue una de tantos hijos solitarios que de repente aparecían por donde Blas pasaba, una de las mayores de hecho. Para el año en cuestión, ya Herminia era una mujer adulta y casada. A diferencia de las demás historias que se crearon en este país, Blas fue muy bien padre; siempre estuvo consiente y pendiente de sus hijos. La edad ya había comenzado a hacer sus reclamos y Blas se encontraba viviendo desde hacía 25 años en una relación no monógama, por supuesto, pero estable; hijos, un hogar, un negocio, una camioneta y la vida en la ciudad contrastaban y distaban ya mucho de la antigua vida en el campo. Todo estuvo muy calmado hasta que un segundo aire y la adaptación a las nuevas reglas del juego en la ciudad, permitieron a Blas a volver a hacer lo que mejor sabía: muchachos. Escogió a una muchacha y con ella comenzó su “segundo frente”. Otra casa, otros hijos, otra cama, otra familia y con la nueva familia nuevas responsabilidades. En esta oportunidad su última cosecha fueron cuatro mujeres, cuatro bellas criollas que sin necesidad de una segunda mirada evidenciaban algún rasgo de los Pirineos. Hermanas todas de padre y madre, pero las últimas hijas producto de una relación extramarital en un país que comenzaba a cambiar, en una ciudad que ya contaba con una universidad, ya la cosa no era tan fácil. No faltó mucho para que su familia anterior, su esposa e hijas le reclamaran la imprudencia a Blas, los hijos varones fueron más complacientes. El segundo frente pasó entonces a ser de campaña, escondido, protegido. Blas hizo de su segundo hogar un refugio donde pasar agradables ratos y donde rebuscar esa juventud que ya había perdido. Blas a sus 62 años fue padre por última vez y sus ratos agradables los pasaba junto sus nuevas hijas con las que compartía en viajes a la playa en la camioneta del negocio.

En vista de la naturaleza del segundo frente, la descendencia de Blas se dividió en tres partes, los hijos anteriores al matrimonio, los del matrimonio y el segundo frente. Los dos primeros grupos convivían sin problemas, pero el tercero, el de las princesas de rasgos españoles, esas no. Ellas no tuvieron esa ventaja de contarse entre un grupo familiar más grande. Las princesas estaban solas, solitas. En vista de esto Blas llevó a su hija Herminia a casa de las princesas y le expuso la necesidad de darles a ellas también una identidad, un sentido de pertenencia. No precisó Blas de convencer a Herminia, el amor de Herminia hizo el milagro. Herminia fue la hermana mayor que las princesas necesitaban, Herminia fue el lazo, el nexo que les dio a las princesas ese sentido de familia paterna y pertenencia que las princesas necesitaban. Ellas sabían que su padre no era solo, ellas sabían que él sí tenía familia, pero la única parte de esa familia a quien ellas tuvieron acceso, la única representante de esa inmensa prole fue Herminia.

Los años pasaron y el tiempo cobró a Blas la deuda que todos tenemos. Por unos pequeños instantes, un Blas moribundo vio por primera y última vez a su prole toda junta. A los de la una y los de la otra, a los de antes y después. Pero Blas se fue a descansar en paz y su descendencia cada una se fue por su lado, la única vez que se cruzaban sus caminos era cuando había algún funeral o cuando alguno de los hijos varones del matrimonio pasaban a visitar a las princesas. La situación siguió así 20 años después de la muerte de Blas. El día de la muerte de la madre de las princesas, la noticia corrió como pólvora y se hicieron entonces los preparativos de la familia de ir a hacer de nuevo un saludo a la bandera. Entre los saludantes a la bandera estuvo uno que ya no aguantó más tanta indignidad, tanta injusticia y tanta falta de amor. Uno de los nietos de Blas fue donde las princesas que lloraban la muerte de su madre y las invitó a una reunión social, a los 15 años de su hija.

Llegó finalmente el día del cumpleaños, y allí estaban presentes las hijas y los descendientes de Blas en su matrimonio. A ese acto social llegó Herminia con su amor, Herminia con su compromiso de 50 años, Herminia con sus hermanas las princesas, con sus hijos y nietos, y con los hijos de las princesas. Así llegaron todas a sentarse a la cabecera de la mesa donde estaban también las otras hijas y descendientes de don Blas; a sentarse a la misma mesa, a posesionarse del lugar que por derecho propio les corresponde, a oír como les llamaban con todo amor y respeto “tías”. Ya Herminia no es el único familiar paterno de las princesas, ahora Herminia y las princesas y toda su descendencia tienen una inmensa familia paterna que las respeta y las quieren porque Venezuela es otra, porque ya el país esta poblado y en otro siglo, porque cada una de las princesas supo vivir su vida con dignidad y porque Herminia mantuvo un compromiso con su padre de estar allí presente y mantener el amor de Blas ardiendo en la vida de las princesas. Por el amor de Herminia.

DEDICATORIA: A mis muy queridas y respetadas tías: Herminia, Dilcia, Nelly, Ana Cecília y Elba, que Dios nos bendiga a todos con larga vida para recuperar el tiempo perdido y regocijarnos en el vínculo que nos une.

Marcos Sánchez Urquiola
Abril, 2.008

domingo, 10 de febrero de 2008

Graceland

Yo la verdad no conocía mucho de la vida del Elvis Presley hasta que llegué a vivir en el pueblito de Senatobia, Mississippi en la década de los 70s. Senatobia es un pequeño y olvidado lugar cuyo mayor virtud es estar a solo 20 minutos de Memphis, Tennessee por la autopista interestatal Número 55 (Interstate 55). El propósito de mi estadía en Senatobia era la de aprender a hablar inglés en el Northwest Mississippi Community College, un instituto técnico universitario que educa a la población campesina en áreas principalmente agrícolas. La vida del pueblo es la universidad. Allí llegué internado a aprender el idioma y a conocer a los Estados Unidos y a su gente.

La universidad está sobre la carretera número 51 (Highway 51) que es una vía paralela a la autopista que lleva a Memphis, pero que pasa por los pueblos de Coldwater, Hernando y finalmente entrando a Memphis la carretera se convierte en el Elvis Presley Boulevard que es la calle que pasa frente a Graceland, la famosa casa del cantante. En el college aprendí el inglés pero decidí quedarme un tiempo mas allí para poder tomar otros exámenes necesarios para entrar en el sistema de educación superior de Estados Unidos como el TOEFL y el SAT, entre otros. En total estuve en Senatobia desde que tenía 17 hasta los 19 años. Los compañeros de estudios eran muy amables conmigo y siempre me invitaban a salir a Memphis para conocer la ciudad. Visitábamos los centros comerciales, la tienda Goldsmith, el parque de atracciones Libertyland y siempre de ida o de regreso pasábamos por Graceland.

Para ese tiempo Elvis había fallecido hacía solo poco más de un año y Graceland no era el museo en el que Priscilla, la ex esposa de Elvis la transformó; Graceland era todavía la casa de Elvis y allí vivía su padre. Siempre que íba a Graceland con mis compañeros, estacionábamos el carro justo al frente de la casa donde ya existía un pequeño conjunto de tiendas con recuerdos y productos relacionados con Elvis. Desde afuera, Graceland se veía inmensa. Más de una manzana es toda la propiedad, varias hectáreas que enmarcan a una granja en medio de la ciudad. Una pared rodea toda la propiedad y las puertas de la entrada son unas rejas con símbolos musicales. La casa se ve desde la calle porque está en una colina bajo unos árboles muy frondosos. Lo malo es que no dejan entrar a nadie porque era una casa privada, pero la gente se agolpaba frente a la reja a tener una mejor vista de la casa. De vez en cuando se veía gente caminando por allí, otras veces que dejaban la puerta del garaje abierta se lograba ver un pedacito de algunos de los famosos carros del cantante. Le gente caminaba de una punta de la acera a la otra tocando los ladrillos de la pared perimetral. Siempre que veníamos a Graceland hacíamos lo mismo que todo el mundo y caminábamos de un lado al otro conociendo allí a mucha gente que venía desde lejos solo a dar vueltas sobe la acera frente a la famosa casa del fallecido ídolo del rock y el americano mas famoso que tenía a la mano.

La misma gente de las tiendas del frente nos había dicho que muy de vez en cuando el vigilante de la casa abría la reja y dejaba pasar a un grupo de gente y le permitían caminar por algunas áreas de la granja. De allí en adelante comenzamos a buscar nuestro día de suerte. La verdad la caza no duró mucho. El día llegó y la pista fue que cuando llegamos, estaba el vigilante en la acera hablando con solo 5 personas que habían llegado, cosa muy extraña. Nos unimos al pequeño grupito y comenzamos a hablar con el vigilante quien me preguntó si venía de lejos y yo al mostrarle el pasaporte le dije que venía de Venezuela. El vigilante regresó a la garita, hizo una llamada y se dio el milagro: nos dejaron entrar a todos que estábamos en la acera, unas 9 personas en total. Subimos por la vereda serpenteante hasta la casa. Lo primero que me llamó la atención fue lo pequeña que era realmente la casa. Ya había visto casas mucho más grandes en Memphis. La pequeña piscina al lado de ésta las tumbas de Elvis, su hermano gemelo y su madre. Estando viendo las tumbas, vi que se abrió una cortina de una ventana del segundo piso de la casa principal y vi a un hombre asomarse. Al rato el mismo hombre salió de la casa. No había nadie junto a mi en la parte de las tumbas. El resto de mis amigos estaba viendo los carros en el garaje, los establos o caminando por otro lado. El señor era muy mayor, muy flaco, alto y con el pelo pintado y muy bien peinado. El señor vino directo a mi y se presentó como Vernon el papá de Elvis. Conversamos un buen rato, de su hijo, de la casa, de Venezuela. Como a los 15 minutos cuando mis amigos y el resto de la gente se dio cuenta de que el que hablaba conmigo era el padre de Elvis, la gente comenzó a hacer un círculo alrededor nuestro. Casi inmediatamente el señor se despidió, nos invitó a seguir conociendo la propiedad, pero regresó a la casa. No mucho tiempo después me enteré de la muerte de Vernon.
Marcos Sánchez Urquiola

viernes, 8 de febrero de 2008

La herencia que recibí.

Estando estudiando en la Universidad del Sur de la Florida (University of South Florida) en Tampa, una vez el cheque que me había enviado mi papá desde Venezuela para pagar el semestre se atrasó en el correo y tuve que ir a las oficinas administrativas de la universidad para que me dieran un permiso especial y me dejaran matricular para la fecha tope. Allí me dieron un plazo de 2 semanas mas para que cumpliera con el compromiso económico. Ya había hablado con papá y él ya me había dicho que el cheque lo había enviado por correo certificado e inclusive me dio el número de certificado. Con ese número llamé al Servicio de Correos de los Estados Unidos (US Postal Service), pero ellos sencillamente me decían que la carta ni siquiera había llegado a los Estados Unidos, lo cual no me ayudaba mucho pero era mucho mejor en comparación a lo que me decían en el correo de Venezuela (Ipostel) cuando llamaba: "eso no es por aquí", "la persona que se encarga de eso no vino hoy", "ese es un problema del correo de Estados Unidos", etc. Así se me pasaron las dos semanas y luego otra semana más. A partir de la 3ra. semana, ya la presión era mucha porque no tan solo la universidad estaba detrás de mi, ya era también el apartamento, la electricidad y la comida. Allí comencé a comportarme como el coronel Aureliano Buendía y la calle donde vivía, Americana Lane en Lutz, se convirtió durante varios días en un rió y el jeep del cartero en una canoa.

Las amenazas de los empleados de la universidad fueron escalando hasta que, para ganar tiempo, pensé en utilizar algo de la viveza criolla: pedí hablar con la persona a cargo del departamento de administración de la universidad y si eso resultaba, entonces echar una lloradita. No me dieron el nombre de la persona sino su cargo y un número de oficina. Gracias a Dios, la persona era tan importante que tenía que hacer cita y no me podría recibir por dos días. Volví a mi casa en Lutz en bongó por el río y allí esperé; lastima que no hay gallos de pelea en Estados Unidos. Esos dos días pasaron como dos horas. En menos de lo que canta el ausente gallo, ya estaba en la sala de espera del director administrativo de la universidad. No había nadie más en la sala de espera y allí me hicieron esperar una hora entera, lo que para mi fue como una semana. Debe ser que no ha llegado o que esta muy ocupado pensé durante la semana que estuve allí sentado. Al fin me dijo la secretaria que podía pasar, entre en la oficina donde había un hombre solo en una oficina inmensa. El tipo me recibió fríamente, las buenas tardes y me mostró la silla donde sentarme y nada mas. Su apariencia era extraña, era un hombre blanco, cuarentón, de pelo negro y pestañas muy pobladas, flaco, bajo de estatura y hablaba el inglés con un acento norteño como de Michigan o algo así. ART A COSTA decía en el cartelito.

Una vez que estuve ya sentado, comencé a hacer uso de la una de las mejores lloronas que me ha tocado interpretar en mi vida y en inglés para mas ñapa. El cheque, el correo de Venezuela, yo solito por allá, sin comer, a punto de que me cortaran la luz y todo lo demás. Seguro de mi actuación terminé la presentación esperando que el gringo se parara a aplaudir, se sacara unos billetes del bolsillo y me los prestara o por lo menos que me diera 2 semanas más, terminé mi presentación y esperé su respuesta. El tipo se mantuvo frió e inerte en su escritorio y comenzó por decirme en su molestoso inglés del norte que lo que yo estaba haciendo era muy deshonesto y que esa no era la forma en que el sistema americano funcionaba, que los venezolanos pensábamos que haciendo uso de nuestras "costumbres del tercer mundo" podríamos seguir engañándonos a nosotros mismos pensando que engañábamos a los gringos. El tipo terminó su discursito diciéndome que no me daría sino 24 horas para traerle el cheque o tendría que abandonar la universidad inmediatamente y que le notificaría a inmigración para que me deportaran y me ordenó salir de su oficina. Yo la verdad no le dije nada, me trague mi arrechera e indignación de que no me hubiese comprado mi tan preparada llorona y que me hubiese hablado tan mal de mi país. Que si los venezolanos somos esto o aquello. ¡Que riñones tiene este gringo del carrizo! Me fui directamente a la oficina principal del correo de Tampa en el aeropuerto y recé por todo el camino que la carta estuviese allí y si alguno de ustedes piensa que Dios no existe, pues se equivocan porque hay un Dios en el cielo y la carta llegó. ¡El cheque! Tomé el sobre y me fui de vuelta derechito a la oficina del gringo, esta vez pensando todo el camino de regreso en mi venganza, en redimir a mi pueblo, a mi gente y a nuestro divino derecho a utilizar la llorona. Ese gringo del carrizo me tendría que oír ahora.

Una vez en su oficina, pasé por un lado de su secretaria y abrí la puerta y pa' dentro. "Aquí esta mi cheque, aquí están sus reales y como usted ve, la carta duró mas de mes y medio en el camino. Ahora quiero que se arrepienta de todo lo que dijo de los venezolanos y que me pida disculpas porque no voy a tolerar que usted nos trate a los venezolanos como a usted le de la gana." El tipo me sorprendió aún mas cuando me dijo que él hablaba de los venezolanos como a él de daba la gana y que nosotros los venezolanos éramos todos mentirosos, deshonestos, corruptos y otras cosas que no recuerdo ahora porque la sangre me hirvió tanto que allí le comencé a gritar y a preguntarle con que derecho me decía él esas cosas de los venezolanos a lo cual el tipo me grito en un castellano muy caraqueño: "porque yo soy venezolano y yo se como son las vainas, ño guevón" y lo dijo manoteando y todo. A mí la mandíbula me pegó en el piso y en mi mudez volví a mirar el cartelito sobre su escritorio: ART A COSTA. ¿Costa? - Ese apellido no es venezolano - Acosta pendejo ¿tampoco sabes leer? ¿Arturo Acosta entonces? No pana, Arístides. Arístides Acosta, de Caracas. Menos mal que conseguiste los reales, ya tenía tus papeles listos para botarte p'al coño. - Que bolas, sí; coño el tipo es venezolano de verdad - pensé. Bueno, dijo el tipo; olvidemos la vaina y bueno, te invito a que vayas a mi casa y conozcas a mi esposa y a mis hijos y nos comamos una parrillita; me dió la dirección, su teléfono y me dijo que me esperaba el sábado y de nuevo me sacó de su oficina.

Yo salí de esa oficina con la cabeza dando vueltas, ¿todo me salio bien o todo me salió al revés, cómo es la vaina? ¿Yo vacié al tipo o el tipo me vació a mí? Bueno, el sábado ¡parrillita! no puede ser tan mala la vaina. Bueno, cobré mi cheque, pagué el alquiler, la luz, compré comida para dos meses y pagué la universidad en efectivo y espere con ansiedad el sábado y la parrillita. Llegó el sábado y llamé al tipo y me dio la dirección y la vía a tomar para ir a su casa. Llegué allí con mi esposa. Una granja preciosa de 10 hectáreas en las afueras de Tampa, también el Lutz cerca de mi casa. Me recibió con mucho cariño, me presentó a Susan su esposa una catira ojos azules como de 40 años que hablaba el castellano con un acento caraqueño mezclado con gringo, pero me causo curiosidad que Arístides le dijo a su esposa, "este es el tipo que estábamos esperando conocer, este es el tipo" ???? También me presentó a su hija Susan, otra catira bellísima como de 20 años con una pinta de gringa que no la brinca un venado pero con un castellano netamente caraqueño sin acento gringo igual que él. Por último me presentó a su hijo, un hombre igualito a él y con el mismo nombre, pero mas gordo; de unos 23 años; éste si tenia pinta de venezolano, pero machucaba el castellano con mucho acento gringo. Luego de las presentaciones Arístides y yo nos fuimos solos a hablar mientras me mostraba su propiedad y Susan madre y Susan hija mostraban a mi esposa por otro lado. Art me contó que el trato que recibí en la universidad fue porque los venezolanos debemos sacarnos el diablo que nos persigue y que no nos deja cumplir con nuestro verdadero "propósito". La tarde se convirtió en noche y aunque la parrilla estuvo muy buena, la visita fue un poco extraña. Art y yo hablamos solos, aparte mientras su esposa e hija hablaron por horas con mi esposa. La conversación con Art fue monotemática. Lo único que habló conmigo ese día fue de como "arreglar" el problema venezolano, de su gente, de la "viveza criolla", de la corrupción la gente, del subdesarrollo, del sistema político y demás cosas. A mi la verdad me pareció un poco extraña la conversa, pero viniendo de una persona que trabaja en una universidad, de un venezolano que vive lejos de Venezuela, de una familia tan rara que la mujer se ve que es gringa, pero que habla castellano, bueno, como que lo entendí, pero como que había algo raro allí.

Esa semana siguiente me dediqué a cazar a Art en la universidad para ver si podíamos almorzar juntos en la universidad. Por fin lo encontré y le invité a almorzar en el comedor de la universidad. Allí él me explicó lo que quería saber. Resulta que Arístides era caraqueño y que su familia era tachirense. Uno de sus padres era primo hermano de Marcos Pérez Jiménez y estuvieron muy ligados al gobierno y al presidente. Cuando Arístides estaba estudiando segundo año de bachillerato, sus padres lo enviaron a estudiar a Michigan, allí conoció a Susan, su compañera de estudios, se enamoró y se casó al muy poco tiempo por el embarazo de Susan mientras todavía no terminaban el bachillerato. Tuvieron al muchachito, otro mayor que nunca conocí, en Michigan. Terminaron el bachillerato y comenzaron ambos en la universidad y enseguida la segunda barriga del muchacho que conocí y que nació en Michigan también. Se graduaron de la universidad y por un lado recibieron el diploma y por el otro la tercera y última barriga y el regreso a Venezuela. Una vez aquí nació Susan hija en Caracas donde habían conseguido trabajo con las petroleras americanas. En Venezuela vivieron varios años para luego regresar, esta vez a Tampa. Terminamos el almuerzo y Arístides me invitó a su casa para el sábado siguiente, pero me pidió que fuera a las 8:00 am en punto. Me dijo que estaría necesitando mi ayuda para construir un "gazebo".

Ese sábado llegamos mi esposa y yo a la hora en punto, pero Susan madre e hija se llevaron a mi esposa otra vez y nos dejaron a Arístides y a mi solos con lo de la construcción del gazebo. Durante la construcción hablamos más de Venezuela, de sus gobiernos y gobernantes. Él me contó de Pérez Jiménez y de como su familia trabajaba con él. Me contó de la Orchila, de las mujeres y lo de la motoneta Vespa que usaba el dictador para montarla desnudo e ir detrás de las mujeres que desnudas también corrían por la isla. Toda la conversación esta vez fue vista desde el punto de vista de la "ética" y de como todos los problemas del venezolano son en realidad problemas de ética y que a su vez la ética es un pecado del alma porque la ausencia de ética es la ausencia de Dios y que por ende el fondo del problema del venezolano es la falta de Dios en el país y en su gente. Extraño, pero la conversa fue muy política, pero muy espiritual. Al mediodía Susan madre nos llamó a almorzar y en la mesa me preguntó en castellano mi nombre completo. -Marcos José Sánchez Urquiola-, le dije. ¿Urquiola? ese apellido no es común. -No, no es común. Es vasco y es larense.- ¿Tienes familia en Caracas? -Si, dos tíos, ambos hermanos de mi madre.- Uno es director del liceo Luis Razetti, y la otra esta casada con un militar y vive en El Marqués.- ¿Cómo se llama el militar? -Valmore Rodríguez Barrera, General del Ejército.- Ah, si, yo los conozco. Tus primos Samuel y Mario estudiaron con mis hijos en el colegio San Agustín. ¿Cómo está María, y Valmore? ¿Qué están haciendo los muchachos?, etc. Terminamos el almuerzo y pegamos otra vez con lo de la construcción del gazebo.

Coño, que pequeño es el mundo decía yo mientras oía a Arístides apurándome a terminar la construcción antes de las 4 de la tarde y hablando esta vez de Dios, de Biblia y que se yo. Por allá recuerdo que me preguntó ¿Por qué te casaste vale? Esa no fue una buena idea. ¿Vienes a Estados Unidos a estudiar y te casas? Ese no era tu propósito. ¿Cómo es posible que esta familia tan rara, tan extraña, de tan lejos conozca a mi familia, a mi tía, su esposo y a mis primos? ¿Y que le pasa a este tipo? yo le estoy ayudando, pana, pero no es para que me esté apurando. ¿Será que se le volvió a soltar el tornillo? ¿Y que es eso de opinar en mi matrimonio? otra vaina mas. Bueno, para las 4 o 5 de la tarde ya había yo terminado el gazebo (un modelo igualito al de la foto) porque el tipo no hizo ningún trabajo físico, solo me decía ház esto y ház aquello y en cuanto puse el banquito para sentarse la gente, el tipo me dijo, bueno, recoge tus cosas y te me vas que quiero estar solo con mi esposa y así sin mas ni mas me sacó casi que a empujones de la casa. No se en que momento Arístides se cambió de ropa, pero lo último que ví cuando estábamos saliendo de la granja fue a él y a Susan sentados en el gazebo abrazados y ni voltearon a vernos salir.
A la semana siguiente el tipo no contestó mis llamadas y no me llamó tampoco. Yo me sentí como que el tipo me había utilizado. Mano de obra gratis. El tipo se debió haber ahorrado un dineral en mano de obra. Ahora si que estaba arrecho pero como el carajo era un "pico de oro" no lo iría a confrontar porque seguro me vaciaba como lo hizo en la universidad. La siguiente semana me llamó y me dijo que estuviera en su casa el próximo sábado a las 7:00 pm en punto y que por favor no lo llamara más. Ya la verdad es que la vaina me molestó aún más. ¿Qué tipo de gente es este tipo vale? Te utiliza, no te contesta, después te llama ¿y cual es la vaina de que hay que llegar "en punto"? Bueno, la vaina no me gustó mucho pero ese sábado fuimos mi esposa y yo a su casa, pero llegamos media hora tarde. Entramos a su casa y el tipo estaba furioso conmigo por la tardanza. Una vez en su sala vimos a otras personas allí, nos presentó a todos los invitados y me llamó mucho la atención un tipo joven vestido de cura que resultó ser un rumano que es sacerdote católico. Había como 15 personas, todos gringos menos el rumano, mi esposa y yo. La conversación otra vez fue extraña, que si Dios y la Biblia. Hablaron del "propósito de Dios para con cada uno de nosotros". Lo extraño es que fueron hablando de cada uno de nosotros uno por uno hasta que llegaron a mi. En ese momento todo el mundo que habían estado mas o menos callados me dijeron que yo no podía seguir en Estados Unidos, que mi propósito era regresar a Venezuela, el cura rumano fue muy enfático en el asunto y me dijo que luego de regresar a Venezuela viajaría a Colombia y que allí conocería a Dios. Colombia será muy importante en tu vida futura, Colombia estará presente en tu vida. La verdad no le paré mucho a lo que dijeron. Lo que sí me impresionó es cuando Arístides nos dijo que esta sería la última vez que estaríamos en su casa. ¿El tornillo otra vez? Que buena vaina con este tipo vale. Arístides dijo que hacía solo unos tres meses atrás se le había diagnosticado cáncer terminal, que los médicos le habían dado como máximo tres meses de vida y que de esa noche en adelante su vida estaba en sobre tiempo, que nos volveríamos a ver una vez más pero individualmente. Por favor no me llamen, no vengan, no me molesten. Oren por mi espíritu. Luego se volteó hacia mi esposa y yo y nos dijo en español: "Luchen, no decaigan, Dios tiene un propósito con Venezuela, pero hay que buscarlo, construirlo, obtenerlo. Por Dios les pido que no dejen a mi país que siga como está, deben salvarlo, deben hacer que Venezuela cumpla su propósito. Ustedes deben regresar a Venezuela. Aquí no hacen nada, aquí están en contra del propósito de Dios. Marcos, tu debes regresar a Venezuela y luego ir a Colombia. La salvación de Venezuela esta en Colombia." Luego continuó hablando en inglés y me dio las gracias por haberle ayudado a construir el gazebo, que era un regalo que él le había querido dar a su esposa, una sitio romántico donde sentarse a ver el amanecer y el ocaso por el resto de los días que le quedaban. Otra vez nos corrió a todos fuera de su casa.

Lloré muchísimo, pero entendí a Arístides. El tiempo pasó, las semanas pasaron y así transcurrieron dos meses sin saber nada de ninguno de ellos cuando recibí una llamada de Susan hija quien me habló en inglés y me dijo que su padre le había encomendado llamarme. Me dijo que su padre estaba repartiendo sus bienes, su herencia y que yo recibiría una herencia de él. Me dijo que fuera esa misma tarde al hospital tal, habitación número tal, a las 3:30 pm en punto y que disponía de solo 15 minutos, que por favor cumpliera a cabalidad con mi horario. Salí de mi casa a la 1:30 pm y llegué al hostipal a las 2:00 pm. En la hora y media que esperé vi entrar a exactamente 5 personas del grupo que había estado en su casa la otra noche. Todo el mundo entraba a la hora exacta y salía unos segundos antes de vencerse su tiempo. Por fin me tocó a mi cuando el tiempo se detuvo. Esos 14 minutos y 50 segundos fueron eternos para mí. Arístides me dijo que en su vida su mas grande tesoro era la Epístola Universal de Santiago, la cual él había recibido de un hombre una vez en la forma de herencia y que de la misma forma él me la dejaba a mí como su herencia más preciada. Cuida su palabra y llévala en tu corazón, Santiago resume de manera muy clara y precisa el mensaje de Dios. Luego sacó un librito de debajo de las sábanas y me lo dio. Al voltearse para sacar el libro vi que las sábanas estaban manchadas de sangre que le salía del recto. Promete que tú a tu vez lo entregarás en herencia más adelante. -Lo prometo.- Venezuela, no olvides a mi Venezuela. Vuelve allá y trabaja por cambiarla, nunca dejes que nadie hable mal de nuestro país ni de nuestra gente, convierte al venezolano en un hombre de justicia, dignidad y honor. Dios, ética, democracia. Fue un verdadero placer conocerte y doy gracias a Dios que me puso un paisano en mi camino, yo sabía de ti, sabía que venias y que te tenía que ayudar, lo que no sabía era que eras venezolano. Salúdame a tu esposa. Ahora dame un abrazo. Le abracé y le di un beso en el cachete y le di las gracias. En ese momento el tiempo brincó y Susan hija me hizo la seña. No miré atrás. Salí disparado de la puerta y del corredor directo al elevador. Fue muy difícil llegar a casa por las lágrimas que no me dejaban ver. Por fin llegué y entre lágrimas le conté a mi esposa lo sucedido. Ahora lo entendía todo. pasaron tres horas o cuatro y sonó el teléfono, Susan hija otra vez. Me dijo, papá acaba de morir. Murió en paz, te recordó con cariño y dio muchas gracias a Dios por ti. Su funeral será mañana en la funeraria tal, la que está en la calle tal. Por favor no faltes. Al día siguiente fui a su funeral y estaba allí hablando un amigo venezolano que no alcanzó a llegar a tiempo.

A Susan hija la vi varias veces mas antes de regresar a Venezuela. Susan se había casado con un turco de nombre Engin. Se fue a Turquía donde me dice que pasaba el tiempo jugando baraja española con unas españolas que vivían allí. Su matrimonio como que no caminó muy bien y se regresó a Tampa sola y divorciada. Yo regresé a Venezuela y al poco tiempo de mi regreso me divorcié. Luego conocí a Xiomara, una muchacha larense de padres colombianos, hoy estamos felízmente casados y tenemos 2 hijos. Ella nuestros hijos y yo fuimos a Colombia y vivimos allí un tiempo. Mis hijos, Xiomara y yo adquirimos todos la nacionalidad colombiana y fue allí donde encontramos al Señor tal como me lo habían dicho, pero esa es otra historia que les contaré en otra ocasión.

En dos oportunidades Xiomara y yo hemos ido a Tampa, de hecho allí nos casamos. Fui en ambas oportunidades a la casa de la familia Acosta pero no conseguimos a nadie, la casa estaba habitada, no se si por la misma familia, pero nadie respondió. El gazebo, un poco más viejo estaba todavía allí. Arístides murió hace casi 25 años.

Marcos Sánchez Urquiola

martes, 29 de enero de 2008

Arrabalero y a mucho orgullo.

Mi gusto musical es muy variado pero mi esposa siempre se ha quejado de un lado oscuro de mi gusto musical: me encanta la música arrabalera; y un día en el que ella me increpaba de mi gusto, me puse a pensar el por que de ese extraño comportamiento y recordé una etapa de mi niñez que guardo con mucho cariño y que es el origen de mis "barrancos".

Resulta que tanto las casas de la familia de papá como la de mamá estaban localizadas en una zona de Barquisimeto llamada "El manteco". Esta era una zona (ya desaparecida) de 7 calles por 4 calles, de la calle 30 a la calle 37 y de la carrera 21 a la carrera 24. Allí estaba el mercado mayorista de alimentos de la ciudad. Toda la zona estaba llena de locales comerciales donde se recibian los productos como vegetales, carnes, hortalizas, etc. La zona era pestilente, llena de desperdicios en el piso que se caian de los camiones o de las carretillas de acarreo. Muy pocas eran las casas de familia en la zona, de hecho la de mis abuelos maternos era la casa de Manolito el de Mafalda, la casa detrás del negocio porque mi abuelo era un comerciante mayorista de alimentos de origen vasco. La zona estaba poblada de caleteros, putas, ladrones y comerciantes. Los camiones venian llenos de los andes y los llanos, y allí llegaban los camiones vacios para comprar y llevar mercancia a Caracas, Valencia, Maracay, etc.

En cada cuadra del manteco existian por lo menos dos barcitos de putas, con sus mesitas y sillas de madera, un portugués que hacía de bartender y una rockola (vitrola creo que tambien le dicen) para proveer la música para amenizar las cervezas y la conversa.

Resulta que yo tenia dos tios maternos (ya muertos ambos) que trabajaban en el negocio con mi abuelo. Ambos eran mayores que mamá y tendrían unos 37 o 38 años para cuando yo tenia unos 6 años. Resulta que cuando tenía yo esa edad, usaba unas botas de cuero, pantaloncillos cortos de kaky y no usaba remeras sino camisas con bolsillo. Mis tios salían del trabajo y caminabamos los tres hasta algún bar de putas cercano y me ponían unas monedas en el bolsillo de la camisa y me montaban encima de la rockola mientras las viejas anfitrionas los sentaban en las mesitas y el portugués les traia las cervezas mientras cambiaba de una punta de la boca a la otra un tabaco apagado a medio fumar. Al rato uno de mis tios me gritaba del otro lado del bar: "M-12". Yo me sacaba una moneda del bolsillo, lo introducía en la máquina y presionaba las teclas: M y luego la tecla del 12. Era muy difícil mantener la boca cerrada mientras yo miraba entre mis piernas hacia abajo y a través del vidrio de la rockola como el brazo buscaba el disco sencillo y lo ponía encima del tocadiscos para luego comenzar a dar vueltas y moverse el brazo de la aguja.

"No puedo verte triste porque me mata, tu carita de pena mi dulce amor. Me duele tanto el llanto que tu derramas, que se llena de angustia mi corazón." (Nuestro Juramento de Olimpo Cárdenas, interpretado por Julio Jaramillo). Mis tios ya tenían en sus mesas sus cervezas, y ya las putas cuarentonas en minifaldas y más maquilladas que payaso de circo, rondaban su mesa.

¡C-08! "Preso estoy ya estoy cumpliendo mi condena, la condena que me da la sociedad. Me acongojo, me averguenzo y ma da pena, pero tengo que cumplirla en soledad." (El Preso - La Sonora Matancera, canta Daniel Santos). Ya mis tios estan cachete a cachete con las viejas.

¡B-05! "Quisiera abrir lentamente mis venas, mi sangre toda verterla a tus pies. Para poderte demostrar que mas no puedo amar y entonces morir después." (Sombras nada mas - Billo's Caracas Boys, canta Felipe Pirela). A uno de mis tios no lo veo por ningún lado.

¡A-10! "Cuatro cirios encendidos hacen guardia a un ataud y en el se encuentra tendido el cadaver de mi amor. Hay que velorio tan frio, que soledad y dolor, solo estan los cuatro cirios también de luto vestidos igual que mi corazón." (Cuatro cirios - Javier Solís). Aparece el tio perdido, pagan la cuenta, me bajan de la rockola y nos vamos de vuelta a casa de la abuela. Mientras caminamos, tengo que halar a los tios para que caminen derecho. Por el camino pasamos frente a otros barcitos de putas, con rockolas también donde ya hemos venido anteriormente y en el aire se oye: "Ay amor ya no me quieras tanto, ay amor no sufras mas por mi. Si no mas puedo causarte llanto, ay amor olvidate de mi..."

Dios haya perdonado a mis tios y les tenga con él en la gloria. (Tios: si desde el cielo leen esto, los quiero mucho a los dos. Cuerda de puteros, borrachos).

El manteco ya no existe. El mercado lo modernizaron y lo mudaron a otro lado. Los barcitos cerraron y ya no hay putas por allí. Los abuelos murieron, los tios también. Las casas de los abuelos desaparecieron. La zona sigue siendo comercial, pero ya no al mayor. Ahora venden cerámica, hay tipografías, ventas de computadoras, y otras cosas. Ya no hay camiones, ya no hay sucio y ya no huele mal. Tengo años que no me bajo del carro y camino por allí y en estos días tuve que explicarle a mis hijos adolecentes que era una rockola.
No me puedo sacar esta canción de la cabeza:

Por la reina de Las Cruces
casi que me tiro al Salto
pero ella ya no merece
que yo me tire tan alto
La reina a nadie conoce
y todo se le ha olvida’o
porque ahora la llaman Claudia
y el Norte la ha trastorna’o.
Ay ya yo estuviera enterra’o
la hubieran entrevista’o
ella hubiera contesta’o
Burro mocho desgracia’o
Nunca fue mi enamora’o
jamás un beso le he da’o
en su casa nunca he esta’o
El desayuno a la cama
a mí nunca me ha lleva’o
zapatos no me ha compra’o
por Las Cruces no he pasa’o
Denise no me ha pega’o
con él yo nunca he viaja’o
Un cantante fracasa’o
a mi altura nunca ha esta’o
yo vengo de otro planeta
y él es de Rabo Pela’o

Reina petulantete falta una tuerca
me niegas a mí
engañas al chofer
de Carlos Andrés
y también a ti
Le diste la patada a Santander
tú sabes mentir
a los periodistas y a los locutores
tienes que sufrir.

(La Reina de las Cruces - Noel Petro. Colombia.)

En fin, arrabalero y a mucho orgullo.

El centro del universo.

En una ocasión empezando a estudiar inglés en una univesidad en Mississippi, papá me mando dinero y me compré un carro. El día que me entregaron el carro, me fui con mi novia (luego mi esposa, luego madre de dos hijos, luego mi ex esposa) a rodar. Cuando me dí cuenta, había dejado atrás Mississippi, Tennessee, Arkansas y estaba en Missouri. Me paré en una tiendita de carretera y como era comienzo de invierno y hacia un sol precioso, me senté en un banquito a la entrada de la tiendita a llevar sol mientras mi novia estaba adentro comprando y viendo no se qué. A los pocos minutos llegó una comioneta Ford F-150 y se bajó una india y entró en la tienda y el indio que manjejaba la camioneta, se sentó conmigo en el banco. Yo me quedé perplejo pues nunca antes había visto personalmente a un indio americano con vestimenta indígena, y parece que el indio nunca había visto un latino tampoco así que los dos estabamos impresionados. La conversa comenzó así muy fácilmente. Al rato, no se por qué, la conversación tomo otro giro y el indio me preguntó señalando hacia el oeste:

¿Qué tan grande es el universo en esa dirección?
- Infinito dije yo.
¿Y en la dirección opuesta? dijo apuntando al este.
-Infinito también.
¿Y al norte?
- Infinito.
¿Y al sur?
- Infinito.
¿Y hacia abajo? dijo señalando al piso.
- Infinito.
Por último señaló hacia arriba y dijo ¿y en esa dirección?
- Infinito también.

Entonces el hombre me dijo:"¡Que suerte tengo entonces. Estoy sentado al lado de la persona que esta en el mero centro del universo!"

Estoy seguro de que en el momento en que él se enteró de este cuento, era él quien estaba en el centro del universo, pero después de haber disfrutado mucho ese sentimiento matemáticamente comprobado, este indio se dedicó a "pasarle" el centro del universo a otras personas.

¿Qué pasa después que uno llega al centro del universo? ¿Qué pasa después que obtienes un nivel de conciencia personal? ¿Qué hizo Budha? Pues le pasó el centro a otra persona. Ahora el centro del unverso eres tu.