jueves, 18 de febrero de 2010

La Gomera y yo a menos de seis grados de separación: Los Plasencia.


Hay una teoría que dice que todo el mundo, todos los habitantes de la tierra están a menos de seis grados de separación el uno del otro. De esta forma es fácil establecer la relación existente entre el descubridor alemán Alejandro Humboldt y yo por ejemplo. Veamos como funciona esto: yo soy accionista en Barquisimeto del Club Luso Larense, el presidente del club es Adelino Rodrigues, la esposa de Adelino se llama Marisabel Palacios quien es tatara, tatara, tatara sobrina de la madre del libertador Simón Bolívar quien a su vez estaba casado con María Teresa del Toro, madrileña sobrina del marqués del Toro quien a su vez fue amigo de Alejandro Humboldt; seis grados exactos.


En una de estas frías noches de un sábado en el invierno madrileño, habiéndose descompuesto la antena del televisor estaba yo en mi habitación muriéndome de la rabia de no enterarme de los últimos chismes de la Duques de Alba en traje de baño en la playa con su nuevo novio cuando de pronto, y haciendo un recuento del día me recordé del episodio sabatino del “Chinchorro” un programa radial que se origina en la isla de La Gomera en Canarias. El formato del programa es muy simple: la gente llama a la radio y por medio de las ondas hertzianas envía saludos al vecino de al lado, a los parientes, al hijo, en fin a las personas que irremediablemente tienen que ver todos los días del mundo porque vamos, no es que hayan muchos sitios donde esconderse en La Gomera y si lo hubiese seguro que en algún sábado alguien le habrá ya mandado saludos al “escondido”. Ya me imagino el saludo:



  • Si buenos días Sito (Sito Simancas es el locutor, dueño, entrenador del equipo, mascota y goleador centro campista de Onda Tagoror, radio que emite el programa “El Chinchorro”), te habla Josefina la hija de Gloria. Es para mandarle un saludo a mi tío Julio que debe ser que está escondido en la cueva de la playa porque nadie le ha visto desde el jueves en la isla. Aprovecho para decirle a mi tío que sé que me está oyendo porque nadie consigue tampoco el radiecito azul, que resulta que Pedrito, el hijo de mi prima Eva pregunta si será que vas a durar mucho más tiempo escondido porque resulta que Pedrito ha salido mal en los estudios y como ya todos sabemos como es Eva, pues entonces Pedrito quiere huir de casa sin que nadie se entere donde se fue; así que si te llevaste el móvil pues llama a Pedrito para que cuadren. ¡Saludos tío!

  • Saludos Josefina, tienes el número 137; alcanzó a decir Sito antes de oír la voz inmortal de Julio Jaramillo cantando: “No puedo verte triste porque me mata, tu carita de pena mi dulce amor. Me duele tanto el llanto que tu derramas...”


Volviendo a Madrid y al frío, me pregunté: ¿Y qué me une a mi a una isla donde nunca he estado y a una gente que nunca he conocido? ¿Es eso suficiente como para pasarme 2 o 3 horas de un sábado pegado a la internet oyendo Onda Tagoror? ¿Qué pensaría la duquesa de Alba si supiera que le estoy siendo infiel con una cuerda de castizos que sí que se ven bien en traje de baño? Abrí otra lata de cerveza y me propuse a ponderar el asunto a mayor profundidad. Yo no sé si es que el techo de mi habitación aquí en Madrid es de plasma o que esta cerveza malojilla sin marca que venden en el supermercado de la esquina viene adulterada pero de pronto la teoría de los seis grados de separación comenzó a hacer que aparecieran en el techo las caras de personas. La primera que se apareció fue la cara de mi amigo Raúl Esquivel Mazariegos. A Raúl lo conocí en Barquisimeto porque Raúl estudió en el Colegio La Salle de Barquisimeto y es también usuario de internet y haciendo yo mis preparativos para el 30 aniversario de mi graduación de bachiller, pues conseguí en una página lasallista a Raúl y de allí nació una amistad cuando Raúl amablemente intercambió impresiones conmigo de su propia experiencia en su reunión de 40 años de graduado. Raúl aparece en el techo porque es él quien me escribe un correo un día que me conecte a la página de internet de Onda Tagoror para oír la radio, lo que pasa es que Raúl quería darme una sorpresa (y lo hizo) saludándome a mi y a mi esposa en Venezuela conjuntamente a través de El Chinchorro. Pues hasta aquí vamos bien. Raúl es oyente de El Chinchorro porque conoce personalmente a Sito Simancas porque Marisabel, la esposa de Raúl es de La Gomera y en uno de esos viajes de ellos a La Gomera conocen a Sito. Muy bien. ¿Pero hay algún otro lazo que me una con La Gomera? Seguramente no.


Luego aparece en la pantalla de mi techo la cara de mi hija mayor Christine. ¿Y qué tiene mi hija que ver con La Gomera? Nada en absoluto. Christine nació en Tampa, Florida en 1.986 producto de mi matrimonio con una chica de Maracay hija ella a su vez de una vasca francesa con un descendiente de judíos original de la ciudad de mexicana de Monterrey. La Gomera no aparece por ningún lado y que yo sepa este programa que se está proyectando en el techo de mi habitación se llama: “Ajá ¿Y qué hay de La Gomera?” Silencio total interrumpido por el sonido de mis neuronas trabajando y por otra lata de cerveza que abro para ver cuantas de ellas mato ahora.


Tan bella mi hija, que carita tan preciosa. Recuerdo cuando la bautizamos en la catedral de Saint Petersburg, Florida; la imagen de la catedral en el techo. Luego veo la cara del padrino de mi hija Javier Plasencia. Yo tenía como 23 años que no veía ni sabía nada de Javier ni de su familia hasta que la semana pasada que conseguí su número por internet le di la sorpresa y le llamé por teléfono. Que buena gente mi compadre, al teléfono sonaba igualito como si hubiésemos hablado ayer. Siguiendo la más antigua tradición tampeña, la conversación se realizó en spanglish, es decir, unas palabras en inglés y otras en español. Las groserías claro está siempre en español porque en inglés como que no suenan tan groseras y ni siquiera da gusto decirlas. Y como mi compadre es cubano y caribeño como yo, entonces de cada 10 palabras que decíamos en español o inglés por lo menos buena parte de ellas eran “coño”.


  • Coño Marcos, Is it really you? Coño que sorpresa. ¿Qué es de tu vida man? ¿Dónde coño estabas metido?

  • Coño Javier tú como siempre, always the same old Javier. Aquí coño, en Madrid, huyendo del coño de su madre del dictadorzuelo. Venezuela is a communist country now, so we had to get the fuck out. (La palabra inglesa “fuck” es lo mas cercano a coño que existe en ese lenguaje).


Pues sí, que agradable hablar con mi compadre, cuantos momentos agradables pasamos juntos en Tampa. A Javier Plasencia lo conocí porque mientras yo estudiaba en la universidad en Tampa, conseguí un trabajo en el restaurante “The Latin Village” como mesero. El restaurante era de sus padres don Humberto Plasencia Algara y Liduvinia González; Javier también trabajaba allí como cocinero. En total toda mi carrera universitaria la pasé trabajando allí, 4 años. Pero en esos 4 años conocí muy de cerca a la familia Plasencia y nos hicimos muy buenos amigos. Las conversaciones con don Humberto y Liduvinia arroparon muchos temas, pero el principal tema fue el del comunismo y de como los Plasencia perdieron sus propiedades, sus fincas, todo. Lo único que lograron sacar de la isla fueron semillas de tabaco que luego sembrarían en Honduras. El famoso habano tampeño “Plasencia Tobacco”, hoy cosechado en Honduras es genéticamente el tabaco de la finca “Los Plasencia” de Pinar del Río, Cuba.


Don Humberto era cubano, nacido en la ciudad de Pinar del Río en el occidente de la isla. Don Humberto era tabacalero desde antes de nacer porque él y su hermano Sabino nacieron en una finca de tabaco. En la finca en Cuba don Humberto conoció a Liduvinia, chica nacida y criada en el campo también y vecina de la finca. Cuando se casaron ellos, en la finca también en Pinar del Río nacieron los hijos de la pareja: Lourdes, Humbertico, Grisel y Javier. Ya para el 1.960 cuando Javier tenía solo 3 años los barbudos que habían subido a la Sierra Maestra aferrados a un crucifijo, bajaron de ella aferrados a Karl Marx y la isla dejaría de ser la perla del Caribe, el peso dejaría de estar a la par del dólar y la vida de la gente no volvería a ser la misma. De la bella Cuba de entonces, con sus virtudes y desencantos solo quedan los desencantos y las playas llenas de españoles y canadienses pederastas que van allí como turistas sexuales a acostarse con menores de edad, cosa que no se puede hacer en cualquier parte del mundo civilizado. Solo en Cuba, donde ya ni la honra queda sino que también se fue a Florida, a Miami, a Tampa. Porque si podemos resumir la vida de don Humberto Plasencia es que fue una vida honrosa, llena de cariño para propios y extraños; extraños entre los que me contaba yo. De don Humberto y Liduvinia aprendí muchas cosas. Aprendí que el comunismo es como un cáncer, que crece sin uno darse cuenta y cuando por fin uno se da cuenta, pues ya es tarde porque la metástasis ya se ha comido prácticamente todo lo que se podía comer y lo que queda ya después de eso es o el filo del cuchillo o el foso. Y si el primero es la solución, lo segundo no está muy lejos. Lo mismo que pasó en Cuba, ahora pasa en Venezuela, los mismos síntomas que don Humberto me enseñó a leer, ahora crean metástasis en el corazón de Venezuela.


El techo me muestra la cara de don Humberto, siempre sonriente, siempre tan caballero, siempre tan cubano. Don Humberto vivió en Estados Unidos ventiseis años y nunca quiso cambiar su visa de “refugiado”. Liduvinia se nacionalizó, igual que Lourdes, Humbertico y Grisel. Javier por lo menos cambió su visa por “residente” pero para don Humberto la visa de refugiado era un punto de honor. Un recordatorio de quién era él, cual fue su vida y la razón por la que estaba en Estados Unidos. Don Humberto Plasencia Algara llegó y murió siendo un cubano “refugiado” en Estados Unidos, refugiado y a mucha honra. De hecho, de esos ventiseis años la mayor parte de ellos la pasó en Honduras sembrando y secando tabaco para luego exportarlo a Estados Unidos bajo su propia marca y para otras marcas. La palabra Plasencia es hoy día sinónimo de tabaco en Estados Unidos, gracias a la labor de don Humberto y don Sabino Placencia. Ahora la segunda generación, Javier y Nestor Plasencia tomaron sus propios rumbos en el negocio del tabaco. Una planta autóctona del nuevo mundo que los Plasencia conocieron bien por medio de una relación simbiótica planta – hombre. Una relación que ocupó su vida y la de su hermano Sabino Plasencia Algara, la de su padre Sabino Plasencia Pérez, nacido en la finca en Pinar del Río y muerto en Miami, la de su abuelo Eduardo Ramón del Sacramento Plasencia Barrera natural de Hermigua, ¡LA GOMERA, Islas Canarias!


Coño, si la familia de mi compadre es de LA GOMERA. ¡Qué casualidad! ¿Que pequeño es el mundo! Enseguida llamé a mi compadre Javier a Tampa.


  • Coño Javier, si es verdad que tu familia es de Canarias de la isla de La Gomera ¿No es así?

  • Si, efectivamente, de La Gomera. Mi bisabuelo salió de allí directo a Cuba a Pinar del Río, fue él quien compró la finca donde nacieron mi abuelo, mi papá, mis tíos y nosotros. Fue mi bisabuelo el canario el que sembró la primera planta de tabaco en la finca y luego dejó 1.000 hectáreas de la finca a su hijo, mi abuelo, y él a mi papá y a mi tío Sabino. Las mismas 1.000 hectáreas que hoy día no tienen nada sembrado y que no producen absolutamente nada a la gente que hoy habita allí desde que nos la quitaron. De hecho, hace unos años atrás hubo una reunión de todos los Plasencia de Tampa y de Miami y vinieron los parientes de La Gomera también. Sí señor, nosotros los Plasencia somos canarios, de La Gomera.


Que cosas tiene la vida, o que buena es esta cerveza española. La Gomera no estaba tan lejos de mi. Y yo que pensaba que lo de El Chinchorro era por jodedera. Pues no; el nombre está muy bien pensado. El programa radial se llama “El Chinchorro” porque Sito Simancas se mete al mar, a las aguas del Atlántico, un océano que separa a Canarias de la península, pero que une al Caribe con Canarias y mira lo que saca Sito del mar con su chinchorro; saca a los hijos de Canarias que desde hace muchos años se tiraron a la mar a buscar nuevos horizontes. Así aparecen de nuevo en Canarias, colgados del Chinchorro de Sito.


Tal es el caso de los Plasencia de La Gomera con Cuba como mi compadre y en el mio propio los Sánchez, Benítez, Márquez y Duque de la isla de La Palma con Venezuela, con mi sangre y con mi ADN. Con el pueblo de Chejendé, en el estado Trujillo en Venezuela, fundado por don José de la Trinidad Cañizalez, canario de La Palma en 1.765 y colonizado por otras familias palmeras. Chejendé es el lugar de nacimiento de mis abuelos paternos Adelina Sánchez Benítez y Ramón Cañizalez Cañizalez, nativos hijos de indígenas y de guanches.


En fin, la ley de los seis grados de separación no funcionó conmigo y con Canarias. No debo buscar grados de separación con Canarias porque Canarias soy yo mismo; canario de La Palma, igual que los Plasencia, canarios de La Gomera.


Marcos Sánchez Urquiola

Madrid, Febrero 2.010.

1 comentario:

marcamar dijo...

¡¡Vaya,vaya, Marcos, esto sí que es curioso!! Como podemos deducir de tu teoría, yo sí que estoy a menos de seis grados de ti. Tengo el enlace de este blog en mis favoritos no sé ni desde cuándo y ahora estaba buscando información, pues estoy preparando actividades para un taller literario que voy a impartir en un Instituto de Secundaria...y me encuentro a Los Plasencias de La Gomera y a vos!! Tengo tu correo en lista de espera para ser contestado, porque ando liada con esto del taller, pero me parto de risa porque tengo que decirte que ...¡¡yo tb soy Plasencia y de la Gomera! No conservo el apellido porque es el segundo de mi abuela materna, pero pertenezco a esa familia de Plasencia de Alajeró (Quise, Las Negrinas)
UN abrazo, amigo Marcos y seguiremos a menos de seis grados de separación jajaja